Voy rápido, porque sé a
dónde ir;
Y si me equivoco, tengo
tiempo para corregir.
En esta frase, comento que
no hay que perder el tiempo, y no hay que darle tantas vueltas a los asuntos.
Porque entre más piensa uno las cosas, siempre encontraremos alguna duda que
nos haga desistir. Claro hay que pensar bien las cosas dos veces, para no
equivocarnos.
Es de sabios reconocer
cuando nos equivocamos y corregir a tiempo nuestros errores, más vale tarde que
nunca; el que no hace nada, no le pasa nada. Pero, aquel que se equivoca por lo
menos lo intentó y en eso, hay que reconocerle su valor.
No es lo mismo, hacer las
cosas rápidamente que hacerlas de prisa, el que tiene prisa no piensa y se equivoca
muy rápidamente. Dicen que la justicia debe ser rápida y expedita, eso es
cierto; pero, cuantas veces no hemos visto que se tardan años con algunos casos,
que le dan largas a los asuntos y no los resuelven como deben de ser.
Todos queremos respuestas
inmediatas, pero hay trámites que se llevan su tiempo, eso también es cierto;
pero, no más del tiempo que se deben de llevar; porque entonces deja de ser eficaz.
Muchas veces hemos
visto que el gobierno se tarda en terminar alguna obra y, cuando la termina, ya
quedó obsoleta y con materiales de pésima calidad. Porque no cuentan con el
recurso necesario para dar un buen servicio y las compañías que las construyen
no cuenta con la capacidad en mano de obra de personal capacitado y además en
infraestructura, es decir, no tienen la maquinaria y los equipos para hacer un
buen trabajo.
Pero también, hay que reconocer que cuando el
gobierno cumple en tiempo y forma con mejorar los servicios, los ciudadanos nos
sentimos tranquilos y contentos de no hacer coraje, con las carreteras llenas
de baches, con la falta de agua en las viviendas, con el alumbrado público en malas condiciones, con la falta
de oportunidades de trabajo, lo que genera la inseguridad, y sobre todo, deben de contar con los recursos suficientes para la educación en todos los niveles.
Saludos, hasta la próxima
semana.