Con la autoridad no hay
dialogo ni se discute, se impone; para no perder el respeto y el mando.
Dicen que, “para saber
mandar, hay que aprender a obedecer”, ese principio se aplica en los Colegios
Militares y también, se debe de aplicar en los hogares, porque un buen hijo
será un buen padre y una buena hija será una buena madre.
Los padres queremos ser
amigos de nuestros hijos y de nuestras hijas, para que nos tengan confianza y
nos cuenten sus cosas, pero los hijos no nos ven como amigos, porque a un amigo
no se le manda ni se le obedece, nos ven como padres.
Ellos nos ven con
autoridad y que nos deben respeto, pero si no cumplimos que esa expectativa,
nos ven cómo un “Don Nadie”, alguien sin autoridad y sin carácter, como en la
película “Gutiérritos”.
Qué pena cuando un
burócrata que trabaja en el Gobierno no tiene autoridad y ni lo ven con respeto,
porque no saben mandar y nunca aprendieron a obedecer de niños o de jóvenes. Por
eso, cualquiera los quiere mangonear.
Un gobierno debe imponer
su autoridad, si no corren el riesgo de caer en la anarquía; nunca deben de
pedir permiso y que les hagan su trabajo. Si no saben gobernar que renuncien y
pongan a otra persona con más capacidad para resolver los problemas.
Los problemas se deben de
resolver con autoridad inmediatamente, porque después se hacen más grandes; si cortas una
cabeza, debes de contar con otra, igual o mejor, con quien tengas que negociar, para que no surjan diez cabezas más, con quienes debas llegar a un acuerdo; y, eso sí
que es un gran problema.
Saludos, hasta la próxima
semana.
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