Quién dice que la vida de
casado(a) es fácil, pero más difícil es ir por la vida sólo(a), sin alguien
quién te acompañe en tus éxitos y te comprenda en tus fracasos.
Para aquellos que piensan que el noviazgo se
acaba cuando el matrimonio principia, es allí el reto de la vida de casados,
tanto para el hombre como para la mujer, es una nueva vida en pareja, que deben
afrontar con responsabilidad en el nuevo rol que les toca vivir; deben esmerarse
más, que cuando eran novios, en complacer a su pareja y cuidar de los detalles.
No por el simple hecho de
haber firmado el acta matrimonial ya tienen seguro(a) a su pareja, ¡no!, ese es
el más grande error de las parejas, el que ambos ya no se interesen, cómo
cuando se desvivían el uno para el otro.
El matrimonio no es el fin
del noviazgo, tanto en el doble sentido de la palabra, no es el fin de terminar,
ni tampoco la finalidad, es decir el ser novios no es únicamente querer llegar
a casarse con dicha persona.
Ni tampoco el matrimonio
no tiene sólo la finalidad de buscar únicamente la seguridad de la pareja, ni
de procrear hijos, ni tampoco de adoptar hijos, sino el de formar una familia
que vele durante toda la vida, tanto por la seguridad de ambos como la de los
hijos, dándoles una buena educación, como ya he dicho en otras frases “la
educación no se aprende en la escuela se adquiere en la casa”, con el buen ejemplo.
El estar sólo, considero
que es lo más triste de la vida, aunque dice el refrán “más vale sólo, que mal
acompañado”, algo de este dicho tiene razón, por eso mucha gente adopta un
perro o un gato, y algunos no uno sino varios, pero no es lo mismo, quizás esas
personas no supieron convivir con otra, aparte de que talvez nunca llegaron a
conocerse bien y son un par de desconocidos y como dice la canción “ni pariente
somos” cómo para tener que soportarte.
El estar sólo o quedarse sólo
después de vivir mucho tiempo con la pareja y alguno de los dos muere, eso sí que
es difícil, es terrible, sientes que no tienes nada ni a nadie, es allí cuando
los hijos debemos velar por nuestros padres.
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